Agujas, ilustración y tatuaje

Enara Bravo aka Ruda Handpoke (Barakaldo 1981), formada en audiovisuales, dejé ese campo hace tiempo para desarrollar un proyecto laboral y de vida en el mundo rural.  Desde hace años soy tatuadora handpoke  en el estudio bilbaíno Petra Tatuajes y de forma paralela desarrollo piezas textiles con especial interés por la  lana autóctona. Mi trabajo explora la intersección entre tradición y vanguardia, con un enfoque en las agujas, la memoria rural y la sostenibilidad. Como tatuadora blackwork, siempre me he decantado por el tatuaje sin máquina. Aunque diseño digitalmente, retorno a la tradición en el momento de tatuar construyendo mis piezas punto a punto, simplemente con aguja y tinta. Mi flash se compone de piezas de flores, bordados antiguos, jarrones rotos, ojos que lloran, animales, guerreras o elementos del old school y ignorant style que van construyendo el imaginario Ruda Handpo. En el textil, utilizo materiales naturales y técnicas ancestrales, trabajando con lana de mis ovejas, procesada de manera doméstica. A través del afieltrado, bordado y la recuperación de tejidos antiguos, exploro temas como el feminismo, la conciencia de clase o la preservación del saber rural. La aguja es el eje común que atraviesa mi trabajo, ya sea sobre la piel o en los textiles, transformando tanto los diseños digitales como las técnicas tradicionales en narrativas que dialogan entre el presente y el pasado.

Angel María Remírez de Ganuza Ayastuy (REGA Tattoo) 1970. Licenciado en Bellas Artes. Con muchas horas de pigmentos, aglutinantes, esencias y dibujo a la
espalda este correcto bailarín de salón es buen conversador, mejor tallerista y también tatuador. Más de 20 años dedicados al dibujo y la docencia le avalan como profesional del dibujo bragado en mil batallas. Y, aun así, siempre en búsqueda de seguir aprendiendo en esto de trazar cosas sobre cualquier superficie, acabó trazando tinta con agujas sobre la piel. Porque dibujar, dibujar de verdad, desde las tripas, es un rito de paso transformador. No hay tatuaje pequeño y quien pasa y sale de mi cabina ya no es la misma persona que entró. El hechicero de la tinta, desde el cubículo de la pequeña choza-cabina, obra ritos de paso y transforma personas, espero, que en una versión mejor de ellas mismas.

Maite Rosende crea desde el juego y disfruta llevando sus imágenes a todo tipo de soportes. Ha publicado varios libros dentro del ámbito de la literatura infantil y juvenil y ha obtenido diferentes premios por ello. Su trabajo ha sido reconocido por Iberoamérica Ilustra (México, 2021-2023) y ha sido seleccionada para la exposición de la Feria del libro de Bologna (2023).  Actualmente pertenece al espacio Gilda de Donostia, donde ha comenzado a experimentar con la máquina de coser y la de tatuar.

Comienzo en el mundo del tatuaje en 2011 cuando me hago con mis primeras máquinas. Aquí comienza un camino como tatuador totalmente autodidacta. En 2015 pongo en marcha mi propio estudio de tatuajes llamado Petra ya con un estilo de tatuaje personal y definido muy influenciado por el tatuaje tradicional
europeo, decantándome por el blackwork tattoo que va desde el grabado a diseños más sintéticos. Asimismo, desde el estudio también sacamos pequeñas colecciones cápsula de ropa basadas en nuestros diseños. En Petra Tatuajes comparto el espacio con otras dos tatuadoras residentes y artistas invitados que
nacionales einternacionales . Aparte de tatuar en mi propio estudio, también viajo fuera para poder hacer mis tatuajes más allá de Bilbao haciendo guest por toda Europa.

Lo que más me intriga ahora mismo es hacer mis propios libros (y cómics), lo que incluye escribir e ilustrar. Antes también me autoeditaba, pero estoy intentando huir de esa práctica para tener más tiempo para la parte creativa. Trabajo mucho con la risografía. Entre proyecto y proyecto pinto grandes acuarelas o dibujo pasteles abstractos. También exploro la técnica del aerógrafo. El tatuaje se me ocurrió a petición de mis amigos, que querían llevar algunos de mis dibujos en el cuerpo. En algún momento de la pandemia, me compré una máquina de tatuar de segunda mano y empezó el viaje.